Imagínense una habitación sin ventanas, con una pequeña bombilla suspendida en una viga de madera en el techo, a modo de lumbre . En ella hay una silla roja y un hombre amordazado de pies y manos. El hedor es insoportable. Hace frío. Un chorro de sangre se extiende en el suelo.
Nunca podrá escapar de esa habitación, nunca volverá a ver el mar ni a sus hijos. Jamás volverá a abrazar a nadie, ni tampoco volverá a comer roast-beef con guarnición de zanahorias.
Los secuestradores no tienen intención alguna de dejarle en libertad. Podría ser un tipo común, todo sería mas fácil. Pero puesto que se trata de una de las personas mas ricas del país, su situación es realmente jodida.
Se llama Henry Ford, tiene 59 años, una mansión en la Costa Oeste, un Porche Carrera y dos divorcios millonarios a sus espaldas. Pero eso era antes. Antes de que dos tipos encapuchados le golpearan con una pistola en la cabeza y le empujaran al interior de una furgoneta.
Ahora no tiene nada. Al menos nada de lo mencionado anteriormente.
Son las 07:05 h de la mañana, y el despertador le despierta violentamente. Se llama Jorge, lleva bigote y tiene 31 años. Vive en un piso de alquiler de 40 metros cuadrados, con su perro Bruno. Se gana la vida como crítico de cine, le gustan las novelas policiacas y no se le conoce relación alguna.
Nunca podrá escapar de esa habitación, nunca volverá a ver el mar ni a sus hijos. Jamás volverá a abrazar a nadie, ni tampoco volverá a comer roast-beef con guarnición de zanahorias.
Los secuestradores no tienen intención alguna de dejarle en libertad. Podría ser un tipo común, todo sería mas fácil. Pero puesto que se trata de una de las personas mas ricas del país, su situación es realmente jodida.
Se llama Henry Ford, tiene 59 años, una mansión en la Costa Oeste, un Porche Carrera y dos divorcios millonarios a sus espaldas. Pero eso era antes. Antes de que dos tipos encapuchados le golpearan con una pistola en la cabeza y le empujaran al interior de una furgoneta.
Ahora no tiene nada. Al menos nada de lo mencionado anteriormente.
Son las 07:05 h de la mañana, y el despertador le despierta violentamente. Se llama Jorge, lleva bigote y tiene 31 años. Vive en un piso de alquiler de 40 metros cuadrados, con su perro Bruno. Se gana la vida como crítico de cine, le gustan las novelas policiacas y no se le conoce relación alguna.
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