A veces los recuerdos nos aniquilan, nos menguan, nos turban. Hasta el punto de perder la noción del tiempo y del espacio, de dejarnos hundidos en la zanja más honda.
Quisiéramos retroceder sólo para quedarnos con aquellos recuerdos que no nos hiciesen daño, que no consigan desestabilizarnos, que no puedan golpearnos como si fuésemos un saco de boxeo.
Ni una llamada. Ni una señal. Nada de nada...
Todo sería más fácil de habernos separado aquella noche de luna de final de verano, después de las sonrisas y los buenos deseos. Tras los abrazos y las buenas intenciones, el brillo de nuestros ojos y la banda sonora de nuestra historia.
Tanto ir y venir, tanto y tan cambiante en tan poco tiempo...
Dejé de ser importante, fundamental y conveniente para tí. Perdimos toda la solidez y la vitalidad para afrontar que nada es para siempre...y que, a pesar de todas esas palabras, de todos esos besos y canciones, solo nos quedará el vacío, pues no fuiste capaz de decir nada, de hacer nada, de afrontar por una vez algo en tu vida...
Un finde increible poie...
ResponderEliminarLucha y resiste como un cabron, vale?
No olvidare aquella noche de viernes en la que el sol brillaba...