lunes, 24 de mayo de 2010

El Carro



Todas las noches antes de acostarme miro el carro hecho de estrellas. Todas y cada una de las noches con cielo despejado... y algunas en las que llego ebrio también. Después saco la cabeza y respiro hondo, bajo la persiana y cierro el balcón. Me gusta mirar el carro, me otorga una paz sutil pero duradera. Como comerse un helado mientras te mece la brisa del mar una noche de agosto.
Hoy he decidido hacerme una infusión para ver si consigo conciliar el sueño antes de que se ponga el sol. ¡Hay tánta diferencia entre el dia y la noche!
Si pudiera pedir un deseo ahora mismo puede que fuera la paz mundial o no dormir solo esta noche. Es algo que puede resultar en ocasiones jodidamente triste.
Teniendo en cuenta que ninguna de las dos posibilidades son en este momento, ni de lejos, algo que esté al alcance de mi mano, creo que pondré una película antigua, en la que no hayan muertes ni tiros ni nadie pase hambre, en la que sepa con seguridad, que el protagonista, aunque solo sea al final, no va a dormir esta noche solo.
Y bueno, si no está nublado, mañana miraré otra vez el carro.

lunes, 19 de abril de 2010

El tiempo


El tiempo vuela, decidiendo por nosotros mismos, muchas de las veces, el camino a trazar.
Sin freno, depositando en el azar nuestra suerte, derritiendo cada una de las páginas de nuestra vida. Fundiéndolas en un mar de inquietud, deseo y ansiedad.

La tinta con la que escribimos nuestra historia, la pluma y el escritorio en donde lo hagamos, algún dia desaparecerán para siempre.
Solo quedarán recuerdos inconclusos, débiles en la mayoría de los casos.
Todo cuanto hagamos quedará para la eternidad, lo queramos o no. Fallos y aciertos relevarán nuestros pensamientos, esgrimiendo la verosimilitud de cada uno de ellos.

No por miedo hemos de quedarnos parados, como si quedarse quieto tuviese utilidad alguna.
Tragicomedia o vida. Esa es la verdad.
No dejemos que la indolencia se lleve consigo las cosas mas valiosas de nuestra vida. No esperemos a perder todo aquello cuanto amamos para darnos cuenta de cuánto lo amamos.

Tracemos una linea discontinua desde nuestras entrañas hasta el infinito. Quien tiene sed y no puede beber nunca tuvo la suerte de poder elegir.